A veces los sueños son como los perros nunca vienen cuando los llamas...
Ayer pasé buena parte del día con mi hermano Cesc. Haciendo cosas realmente importantes. Cosas como sentirnos vivos. Disfrutando de amar, beber y comer. Cesc y yo tenemos la romántica y vieja idea de hacer un bareto, un restauran con una cocina en medio y una barra que la circunde y unas cuantas mesitas. Es algo sobre lo que hablamos habitualmente. Pero nunca sin darle la importancia que merece. No nos creemos nuestro sueño. A lo mejor es que tenemos muchos. O a lo mejor es que nos da miedo. Aunque sabemos que seríamos realmente felices allí haciendo lo que nos gusta: hacer felices a los demás.
Por imaginar, diria que seria algo realmente pequeño y muy nuestro. No sería para todos los públicos. La selección natural se cumpliria de forma...eso, natural. Y me jode pensar que a veces me parece una estúpida idea con la que vamos a morir, congelada en la punta de los pelos de nuestros sobacos. Me jode confundir los sueños, con ideas baratas con olor a formol. Me jode confundir los sueños con los miedos, aunque se que esa lucha me mantiene muchas veces realmente vivo.
Hoy me he dado cuenta que realmente seria feliz trabajando con mi hermano, y compartiendo este sueño con él. Algo sencillo y tranquilo. Nuestra plataforma perfecta para ser felices haciendo felices a los demás. Y que no pasaría nada por intentarlo…Y que si nunca lo hacemos, siempre habremos vivido este sueño, que a veces es mejor que alguna de las realidades.
